Proposition de corrigé
En 1978, la Constitución española estableció el español como lengua oficial del estado, pero también reconoció el derecho de usar lenguas cooficiales en algunas partes del territorio. 45 años más tarde, el Parlamento avaló por mayoría el uso de las lenguas cooficiales en el hemiciclo. ¿Es esta decisión la consecuencia lógica de la evolución del país o marca una ruptura?
Si observamos la evolución de la cuestión lingüística desde la vuelta de la democracia, notamos que las lenguas cooficiales han ido cobrando importancia. Hoy en día, se calcula que más del 80% de la población catalana puede expresarse en catalán lo cual demuestra la amplia difusión de esta lengua en la sociedad catalana. La enseñanza del catalán se ha potenciado en las últimas décadas, pero su uso cotidiano también gracias en particular a los medios de comunicación, tele, radio, periódicos que permitieron una mayor difusión de la lengua. Fenómenos similares se observan en Galicia, País Vasco, Valencia y Baleares, pero con una amplitud menor. Por lo tanto, me parece que la decisión tomada en el Parlamento es la consecuencia de la evolución evocada y que, al fin y al cabo, el plurilingüismo legislativo es el mero reflejo de la sociedad española actual.
Ahora bien, las cuestiones lingüísticas suelen depender de las problemáticas políticas. No se puede entender la decisión del Parlamento sin analizar las coaliciones en el Parlamento. No olvidemos que el actual Presidente Pedro Sánchez necesita el apoyo de los partidos nacionalistas vascos y catalanes para formar una mayoría. El PSOE no recibe el apoyo a cambio de nada, la amnistía de los organizadores del referéndum de autodeterminación ya fue una primera contrapartida. Ma parece que los diputados socialistas podían difícilmente oponerse a esta petición de los nacionalistas. La legalización del uso de las lenguas cooficiales creó tensiones en el Parlamento con la desaprobación del PP y la oposición más radical de los diputados de Vox que decidieron abandonar el hemiciclo después de dejar los pinganillos en el escaño de Pedro Sánchez.
En resumidas cuentas, si esta decisión sigue la lógica institucional del país, no debemos ignorar su fuerte carácter político en un contexto de fuerte inestabilidad gubernamental.
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