La hoja de coca forma parte de la identidad de Bolivia y su uso está muy extendido en la cultura, las tradiciones y la salud. Las autoridades buscan desde hace años que esta planta considerada sagrada por los pueblos andinos salga de la lista de estupefacientes para que el país pueda promover su industrialización.
El consumo de la hoja de coca es anterior al imperio Inca y forma parte de los hábitos de la población boliviana. Sirve para calmar el frío, el hambre, el cansancio o el llamado « mal de altura ». Se toma en infusiones o en forma de « acullico » o « pijcheo » (que significa masticar).
La harina de coca se disuelve en bebidas y también se usa en compresas en caso de golpes o heridas.
Las leyes bolivianas reconocen solamente dos mercados para la venta legal de la hoja de coca en el país, uno en la ciudad de La Paz y el otro en Sacaba (departamento de Cochabamba). Además, en 2013 una ley la autorizó en la medicina tradicional ancestral.
Según Sdenka Silva, una socióloga que hace más de 25 años fundó el Museo de la Coca en una zona turística en La Paz, hay mucha « desinformación » porque el mundo no sabe de la importancia de la hoja de coca como eje cultural en los pueblos de los Andes.
Silva indica que « una abrumadora mayoría de visitantes » llega al museo con el « prejuicio » de que la hoja de coca es cocaína y se resiste a probaralgún alimento o producto a base de esta planta considerada sagrada. La hoja de coca y la cocaína son como « la uva y el vino », « nadie se va a volver alcohólico por comer uvas », enfatiza.
Masticar la hoja de coca en Bolivia, « para buena parte de la población es como tomar té o café », como un « estimulante ligero de consumo social », dice la antropóloga británica-boliviana Alison Spedding, quien llegó a Bolivia hace varias décadas y es una productora de coca sindicalizada.
Es común ver en ciudades, mercados o carreteras la venta de bolsas verdes de media o una libra con hojas de coca que cualquier ciudadano puede comprar a un costo de menos de un dólar.
La comerciante Maritza Mamani, quien protege con una tela húmeda un gran bulto de hojas de coca que vende en un pequeño puesto en la ciudad de La Paz, cuenta que sus clientes son « de todo tipo », como albañiles, transportistas e incluso banqueros. Esta comerciante, además, destaca las propiedades de la hoja de coca porque según dice, « es rica en vitaminas, minerales y tiene más calcio que la leche ».
La hoja de coca tiene un lugar central en los ritos andinos, principalmente en los relacionados con la « Pachamama » (la Madre Tierra), para pedir prosperidad. Esos ritos se caracterizan por la presencia de una mesa en la que se colocan trozos de leña, con ofrendas de formas coloridas además de fetos de llama, para luego echarles alcohol o vino dulce y prenderles fuego.
Además, « la hoja de coca sirve para comunicarnos con nuestros ancestros (…), cuando una persona está enferma, gracias a la coca sabemos si se va a recuperar o no (…) ». « No importa si crees o no, la coca lo dice », explica Verónica, una “amauta” o sabia de la comunidad aimara, los únicos autorizados para realizar estos rituales.
El Estado boliviano ha buscado durante varios años la despenalización de la hoja de coca para reivindicar su uso tradicional y poder industrializar este producto a nivel internacional.
Bolivia se retiró en 2012 de la Convención Única sobre Estupefacientes y regresó un año después con una reserva para permitir el masticado dentro de su territorio, razón por la que el 11 de enero de cada año se conmemora el Día Nacional del « acullico » tradicional, que consiste en acumular una buena cantidad de hojas de coca en una de las mejillas combinada con bicarbonato y lejía, aunque se ha hecho popular la forma « machucada », a golpe de martillo, que se mezcla con algún edulcorante o saborizante.
Entre anuncios para industrializar la producción de la hoja de coca y su exportación, el Gobierno del presidente Morales extendió en 2017 la superficie de los cultivos legales de la planta de 12.000 a 22.000 hectáreas.
Sin embargo, es verdad que una parte de la producción de esta planta se desvía al narcotráfico.
Nuevamente Bolivia ha emprendido su campaña para que la hoja de coca salga de la lista de estupefacientes y ha pedido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) una « revisión crítica » de sus propiedades medicinales.
Acerca del estigma a la hoja de coca se recuerda una anécdota en la clasificatoria al Mundial de Fútbol de EE.UU. de 1994, cuando los jugadores Miguel Ángel Rimba de Bolivia y el arqueo Zetti de Brasil fueron sancionados al encontrarse trazas de cocaína en un control antidopaje, pero luego se estableció que habían bebido una infusión de coca por lo que la FIFA levantó el castigo.
Agencia EFE, 18 de marzo de 2023
