La ubicación geográfica de España la convierte en una de las puertas de entrada de la Unión Europea. Su proximidad geográfica con el norte de África la coloca en primera línea en la crisis migratoria actual. Su política migratoria depende en gran parte de la legislación Europa y el margen de maniobra de los sucesivos gobiernos es bastante reducido, pero no inexistente. La mayor parte de los inmigrantes presentes en España proceden de América Latina, representan el tercio de la inmigración en España.
1er periodo de emigración

1939 : Al finalizar la guerra civil (1936-1939), numerosos españoles pertenecientes al bando republicano decidieron huir su país por miedo a las represalias de los Franquistas. Fueron mayoritariamente a Francia donde no encontraron la acogida que esperaban. Se calcula que durante la Retirada, unos 500000 españoles cruzaron la frontera francesa. Otros decidieron refugiarse en América (México, Chile, Argentina). Los que fueron a Francia, estuvieron encerrados en campos de internamiento como el de Argelés sur Mer. A pesar de todo, algunos se quedaron en Francia, otros volvieron a Francia y los más desgraciados fueron deportados a los campos de concentración, en particular a Mauthausen.

Los años 60 : Las dificultades económicas del régimen franquista y el boom económico de los años 60 provocaron un importante movimiento migratorio hacia Francia y Alemania. Unos 3 millones emigraron en aquella época para trabajar en las fábricas francesas y alemanas o como criadas para la mayoría de las francesas. Aquellos emigrantes se fueron para ayudar a sus familias en España y la mayoría de ellos volvió a España en los años 70.
Años 90 y 2000 : España se vuelve un país de inmigración

A partir de los años 90, el desarrollo económico permitió el milagro económico español lo que provocó importantes flujos migratorios generalmente procedentes de África. La proximidad geográfica con África así como la presencia de dos ciudades españolas en Marruecos (Ceuta y Melilla) permiten comprender este fenómeno. Tras los acuerdos de Schengen, España se convirtió en una de las puertas de Europa. España recibió numerosos inmigrantes del norte de África y de la África subsahariana. Llegó pues una inmigración poco cualificada que encontró trabajo en la construcción y en la agricultura. Por otro lado, España tuvo que gestionar los dramas humanos de la inmigración como rescatar inmigrantes que viajaban en pateras para llegar a Europa o encargarse de los cuerpos de los que murieron intentando cruzar el Estrecho de Gibraltar. Además, cabe señalar también una fuerte inmigración procedente de América Latina que se intensificó en aquella época.
Los inmigrantes trabajaron en los sectores que necesitaban mano de obra poco cualificada, la agricultura, la construcción o el cuidado de personas mayores. A finales de los años 2000, la situación económica se deterioró con la crisis económica y por lo tanto el flujo migratorio disminuyó aunque sigue siendo importante. Incluso, algunos inmigrantes, latinoamericanos, decidieron volver a su país de origen.
Años 2010 : España, país de emigración

La crisis económica que empezó a partir de 2008 explica este nuevo episodio migratorio. Ante la falta de perspectivas económicas y laborales, numerosos españoles decidieron emigrar. En 2013, 260.000 españoles decidieron abandonar su país. La diferencia entre los que llegan y los que salen se redujo poco a poco y ahora España cuenta con un saldo migratorio negativo si sólo tomamos en cuenta la inmigración legal. El gobierno español no considera a estas personas como emigrantes como “trabajadores españoles en el extranjero”, la mayoría de ellos eligió Alemania, Inglaterra, Francia o Estados Unidos.
En España, se dice que “Si acabas una carrera aquí tienes tres salidas: por tierra, mar y aire” lo cual pone de realce la falta de perspectivas laborales en España, recordemos que uno de cada dos jóvenes españoles se encuentra sin trabajo. Se trata pues de una mano de obra muy cualificada, se suele hablar de “fuga de cerebros”, que no encuentra siempre trabajos que corresponden a su formación. Este fenómeno está creciendo y se puede imaginar que se irá potenciando si la situación económica española no mejora.

No obstante, más allá de la crisis, el exilio laboral se explica también por la estructura de la economía española. En efecto, en los años 2000, el milagro económico español fue posible gracias al desarrollo de sectores que necesitaban una mano de obra poco cualificada: la construcción, el turismo y la agricultura. Al mismo tiempo, los jóvenes españoles cursaron estudios cada vez más largos, incluso se habló del fenómeno de “titulitis” para designar la multiplicación de los títulos universitarios. “La generación Y”, la mejor preparada de la historia de España llegó a un mercado laboral que no les podía ofrecer perspectivas que se ajustaban con su nivel de estudio. La crisis económica acentúo este fenómeno pero no constituye la única causa del exilio laboral.
Estos jóvenes condenados al exilio crearon el colectivo “No nos vamos, nos echan” (http://www.nonosvamosnosechan.net/) cuyo objetivo es compartir las experiencias de cada uno en el extranjero y de denunciar la situación de “exilio forzado” en la cual se encuentran.
Crisis en el mediterráneo
España debe controlar una larga frontera marítima con el norte de África. Los migrantes y solicitantes de asilo utilizan la ruta del Mediterráneo para entra en la UE de manera irregular. En 2022, las llegadas de irregulares a la UE se duplicaron con respecto a 2021. Los inmigrantes se embarcan en largas y peligrosas travesías para intentar cruzar el mediterráneo lo que suele provocar dramas con numerosos cuerpos de fallecidos que llegan a las costas españolas. Esos migrantes pueden ser víctimas de traficantes. Últimamente, barcos de ONG (Acquarius, Open Arms, Sea Watch, Ocean Vikings) rescataron inmigrantes causando crisis diplomáticas con los países de la UE que se negaron a recibirlos. España lamenta la poca solidaridad europea y aboga por un reparto obligatorio de los migrantes entre los diferentes países europeos.
Tensiones con Marruecos: Ceuta, Melilla y el Sahara Occidental
Dos ciudades autónomas situadas en el norte de África y que provocan numerosas tensiones con Marruecos puesto que las reivindica frecuentemente como suyas. Estos dos territorios ya eran españoles antes de que se formara el estado actual de Marruecos. España ocupó Ceuta y Melilla a finales del siglo XV en un proceso de expansión. Ceuta se encuentra a tan solo 14 kilómetros de la costa española, lo que permitía a España controlar el mar Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar. La ocupación de Ceuta y Melilla permitía también luchar contra la piratería en el Mediterráneo.
En 1912, se firmó el Tratado de Fez que estableció un protectorado francés sobre el actual territorio de Marruecos, pero España recibía zonas de protección en el norte (Ceuta y Melilla) y en el sur (Sahara Occidental). En 1956, Marruecos obtuvo su independencia, pero los dos territorios siguieron perteneciendo a España. Desde entonces, Marruecos reclama el fin de lo que considera como una ocupación española de Marruecos. También reclama la integración del Sahara Occidental a su territorio. Ante las peticiones marroquíes, España argumenta que esos territorios le pertenecían antes de que existiera Marruecos.
Hoy en día, estos territorios constituyen un reto en la política migratoria española ya que constituyen la única entrada terrestre a la UE en África. Las dos ciudades están rodeadas por las vallas más fortificadas de la Unión Europea y cada año, mueren miles de migrantes intentando cruzarlas.
A pesar de todo, en marzo de 2022, España y Marruecos mejoran sus relaciones con acuerdos bilaterales y con la promesa de la autonomía del Sahara Occidental dentro del reino marroquí. Muchos denunciaron los acuerdos como una traición del pueblo saharaui que lucha por su independencia. Pedro Sánchez firmó el acuerdo a cambio de una mayor implicación de Marruecos para impedir las olas migratorias hacia Ceuta y Melilla.
Las Islas Canarias : la otra puerta de entrada de la inmigración
Las Islas Canarias, por su ubicación geográfica, cerca de la costa africana, constituye otra puerta de entrada a la Unión Europea. En 2021, llegaron más de 20000 inmigrantes ilegales en pateras a la isla colapsando el sistema de acogida. Ante esta llega descontrolada, las autoridades improvisaron primero campamentos en los muelles antes de abrir en un tiempo récord más de 10.000 plazas de hoteles, una operación conocida como el Plan Canarias. Unos 6000 inmigrantes fueron finalmente autorizados a entrar en España, pero se desconoce el número exacto de expulsiones hacia la África subsahariana.
2022 : La nueva Ley Migratoria
Este año, se ha aprobado la nueva Ley Migratoria o Ley de Extranjería que pretende acabar con el circulo vicioso burocrático que hacía que los inmigrantes no podían trabajar legalmente en España si no tenían permiso de residencia, pero tampoco podían solicitarlo si no tenían un permiso de trabajo. Esta contradicción alimentaba el trabajo informal, única solución posible para muchos inmigrantes.
La ley beneficia primero a los estudiantes y universitarios extranjeros que ahora tienen derecho a trabajar, aunque tienen un visado para estudiar, además tienen derecho a quedarse legalmente un año más después de sus estudios para buscar trabajo. El objetivo para España es beneficiarse de las competencias de los estudiantes que se formaron en sus universidades, una manera de guardar la inmigración calificativa.
La ley beneficiará también a los 30.000 inmigrantes irregulares que se encuentran en España. Podrán obtener un permiso de residencia si se comprometen a hacer una formación en sectores donde falta mano de obra (turismo, transporte, agricultura, construcción). La ley flexibiliza también los contratos en el sector agrícola que carece de mano de obra. Además, se reforma el estatuto de reagrupación familiar concediendo un permiso de trabajo a todos los miembros mayores de edad de la familia.
Esta ley constituye un avance histórico para los derechos de los inmigrantes aunque muchos la critican considerando que se realizó por la necesidad de mano de obra en algunos sectores y no desde un punto de vista de los derechos y de la dignidad de las personas.