Version J. Edwards (Sujet ELVi LV2 2001)

-¿ Sabes ? -le dije- ; parto para Europa en unos días. Sus esperanzas de salir son tan nulas que me llegó a dar pena decírselo.
-¿ A Europa ? Y cómo ?
– Muy sencillo : trabajé, junté unos pesos y me voy.

-¿ Y a qué vas ?
-A conocer -le dije-, a pasear. Y si consigo algún trabajo, me quedo.
-¿ Te quedas para siempre ?
-¡ Para siempre ! ¿ Qué hago en este país ? Dime, tú…
Griselda me miraba con la boca abierta, incapaz de disimular su envidia y su asombro.
-¿ No piensas casarte, entonces ?
-¡ No pienso ! -le dije. ¡ Ni amarrada ! Me gustaría, eso sí, tener hijo.
-¿ Sin casarte ?
-No es necesario casarse para tener hijo, ¿ no ?
-Después de un momento de estupor, sonrió ligeramente y me pareció que sus rasgos se suavizaban, ¡ Pobre Griselda ! Lo ha pasado harto mal : huérfana, recogida en nuestra casa, donde apenas teníamos para darle que comer, y ahora con ese marido.
-Mándame una tarjeta desde Europa -dijo al separase. No te olvides. Quiero guardar un recuerdo tuyo.
-Voy a mandarte una carta bien larga -le respondí. Te lo prometo.
Al final no escribí nunca esa carta, pero le mandé une tarjeta desde la plaza de la Signoria, en Florencia. ¡ Debe de haberse muerto envidia !

Jorge Edwards, Las mascaras,  2000.