Se necesita dependienta (CE-B2)

FOT_local1Susana, una española de origen guineano con problemas de sobrepeso, recuerda cómo encontró trabajo en una tienda especializada en tallas grandes.

Yo entonces trabajaba en Mango, de dependienta. Me pagaban una mierda y estaba de pie todo el rato. Lo único que tenía el curro de bueno era que se hacía por turnos, que currabas o a la mañana o a la tarde, así que te quedaba mucho tiempo libre. Pero pagar, lo que se dice pagar, pagaban bastante poco, así que Silvio pagaba más alquiler que yo y eso me lo restregaba todo el día por la cara. […] El caso es que me empecé a amargar y fue cuando se despertó el monstruo, y de camino al trabajo me daba por comprar chocolate. […] Y así me puse de gorda, adiós a mi talla 40. […] Y el problema es que en Mango no contratan a dependientas que no sean delgadas. Y entonces paso por delante de la tienda de Superwoman y veo el cartel: “Se necesita dependienta”. Tengo claro que no me van a echar de una tienda especializada en tallas grandes, pero la encargada me dice: “Mira, es que tú eres demasiado oscura y las clientas se me van a asustar”, así de chungo me lo pone. Pero al menos le agradezco la franqueza. Porque cuando iba a pedir trabajo, antes de encontrar lo de Mango, quiero decir, no me lo solían decir tan claro. Enviaba el currículum y me llamaban y por teléfono parecían encantados, pero en cuanto llegaba a la entrevista me miraban de arriba abajo y me decían: “El puesto ya está cogido” porque no tenían arrestos ni eran tan sinceros como aquella señora. “Las clientas se me van a asustar”. Y luego me pregunta: “Pero tú, ¿de dónde eres?”. “De Alcalá de Henares, señora”. “Ya, pero lo que quiero saber es que dónde has nacido”. “Pues en Alcalá de Henares, señora”. “Ya, pero tus padres de dónde son”. “Pues han vivido toda su vida en Alcalá de Henares”. La señora ya estaba de los mismos nervios. “Pues, si son negros, no han podido nacer en Alcalá de Henares”. “No, señora, mi padre nació en Guinea”. Y la señora parecía aliviada ahora que por fin sabía de dónde viene el color de mi piel. “¿Y allí, qué se habla, francés o indígena?” “Español, señora, se habla español”. Yo no sé cómo le aguanté tanta tontería y no la mandé a la mierda directamente, pero debí de caerle bien a la tipa, porque al rato me dijo: “Mira, pensándolo mejor, te vienes mañana y te quedas dos días a prueba, a ver qué tal sale”. Y hasta hoy.

LUCÍA ETXEBARRIA (escritora española), Cosmofobia, 2007