Don Quijote y los molinos de viento (CE-B2)

2gdEn el paisaje plano de La Mancha aparecieron unos molinos de viento ante sus ojos.

—La suerte va guiando nuestros pasos, y aún más de lo que pudiéramos desear. ¿No ves allí, amigo Sancho, treinta o más gigantes a los que pienso ahora mismo atacar y quitarles la vida? —dijo don Quijote, y prosiguió—: Buena es la guerra que está al servicio de Dios para arrancar la mala hierba que hay sobre la faz de la tierra…

—¿Qué gigantes? —le interrumpió Sancho Panza.

—Aquellos que ves allí, los de los largos brazos.

—Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos, y lo que parecen brazos son las aspas que mueve el viento para mover la piedra y moler el grano.

—Cómo se nota, Sancho, que no has leído libros y no sabes de qué va esto de las aventuras de los caballeros andantes: son gigantes, a mí no me engañan, y si tienes miedo, apártate y reza, porque ahora mismo voy a entrar en esta fiera y desigual batalla.

    Y azuzó a su caballo, que era incapaz de correr. Desesperado por el escaso trote de Rocinante, don Quijote gritaba :

—No huyáis, cobardes, que es un solo caballero el que os ataca.

   En esos momentos se levantó el viento y los molinos comenzaron a girar sus aspas, a lo que el valiente jinete exclamó:

—Aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

   Y nada más decir esto, y acordándose de su amada Dulcinea, embistió con fiereza al primer molino, cuyas aspas levantaron en el aire al caballo y al caballero.

—Válgame el cielo —llegó Sancho corriendo a socorrer a su señor—. ¿No le dije que no eran gigantes sino molinos?

—Calla, amigo Sancho —replicó don Quijote—, que no sabes nada de la guerra ni de los caballeros andantes. Ha sido el sabio Frestón, el que me robó los libros, quien ha convertido los gigantes en molinos para que me vencieran. Pero de nada valdrán sus hechizos contra el poder de mi espada. Sancho le ayudó a levantarse le alzó sobre un machacado Rocinante que apenas si se sostenía sobre sus cuatro patas, y muy lentamente siguieron avanzando hacia Puerto Lapice, donde dijo don Quijote que había muchas y diversas aventuras por ser un lugar muy pasajero.

Adapatado de Miguel de Cervantes, Don Quijote de La Mancha,1605.