Decirlo en catalán (CE-B2)

castellan-catalan-dictionary-a38d37-w192La otra noche, después de cenar algo en Casa Alfonso, en Roger de Llúria, paseaba por la zona y entré con un amigo en un bar irlandés de la plaza Urquinaona. Nos acercamos a la barra y miramos qué había en los estantes. Mi amigo –que no bebe destilados– observó que había dos botellas de vino abiertas y le dijo a la camarera: “Una copa de vi negre”. La camarera –una chica rechoncha– lo miró de través y le dijo: “Querrá decir ‘una copa de vino tinto’”.

Nos quedamos pasmados. No le dijo: “Disculpe, pero no le entiendo”. No le dijo: “Perdón, ¿me lo podría decir en castellano?” Dijo “Querrá decir ‘una copa de vino tinto’”, y eso demuestra que había entendido a la perfección lo que había pedido mi amigo: que sabía que “una copa de vi negre” es “una copa de vino tinto”. Pero le molestaba –le ofendía– que se hubiese dirigido a ella en catalán.

Así están las cosas. A una camarera de un bar de Barcelona le parece intolerable que un cliente se le dirija en catalán. Nole dijo “Hábleme en cristiano”, como se oye en muchas ocasiones (no hace falta remontarse a otras épocas), ni le lavó la boca y la lengua con jabón y agua, como a veces hacían en las escuelas con los niños que decían palabras soeces o hablaban en catalán, que debe de ser más o menos lo mismo. Indignada, le dijo: “Querrá decir ‘una copa de vino tinto’”.

¿Otra perla? Desde hace nueve lustros la librería Ona, en la Gran Via barcelonesa, vende libros. Nunca –ni siquiera durante la dictadura– había pasado por situaciones como las que a veces vive en la actualidad: gente que entra y les insulta porque sólo venden libros en catalán. Hay librerías que sólo venden libros en inglés, y los defensores de la españolidad no entran a insultarlos porque no tienen libros en español. Hay librerías que sólo venden libros de medicina y nadie entra a insultarlos porque no tienen libros de jardinería.

Quim Monzó, La Vanguardia, 9/3/2007