Cuenta atrás para salvar el planeta (CCP 2013 LV2)

CUENTA ATRÁS PARA SALVAR LA SELVA

El Parque Nacional Yasuní, en la Amazonia ecuatoriana, es uno de los lugares más biodiversos del planeta. Pero su subsuelo esconde 846 millones de barriles de petróleo por valor superior a 7.000 millones de dólares. En 2007 el presidente Rafael Correa ofreció dejar el petróleo bajo tierra si la comunidad internacional compensaba a Ecuador con una donación de 3.600 millones de dólares en 13 años. Si el 31 de diciembre de este año la iniciativa Yasuní ITT no ha recaudado como mínimo 100 millones de dólares, se pondrá en marcha el Plan B: empezar a construir carreteras y extraer petróleo de la selva amazónica del Yasuní. Desde septiembre el fondo Yasuní administrado por las Naciones Unidas acepta donaciones de particulares e instituciones privadas con el objetivo de alcanzar el compromiso que los gobiernos no han sabido establecer. […]

Los científicos creen que la desbordante diversidad de plantas y animales del Yasuní podría deberse a que fue el área del Amazonas más resguardada durante la última edad del hielo, convirtiéndose en un espacio de migración de especies que constituyeron el hervidero de vida que ahora está amenazado. En una hectárea de bosque de Yasuní hay más especies de árboles que en toda Norteamérica. Y ocupa uno de los primeros lugares del mundo en diversidad de aves, anfibios, y grupos de vertebrados que durante millones de años han sobrevivido a cambios climáticos y todo tipo de fenómenos naturales. Justo ahora están en peligro. […]

Ante el balance entre ingresos económicos y preservación, el 83% de los ecuatorianos en la encuesta más reciente, dan la misma respuesta: “Respaldamos la iniciativa Yasuní ITT. Preferimos dejar el petróleo bajo Tierra”. Por eso sorprende que el pasado mayo el presidente Correa realizara una consulta popular sobre aspectos como plazos de prisión preventiva, prohibición de casinos o de espectáculos donde se maten animales, regulación de contenidos televisivos, pero sin ninguna referencia al futuro del Yasuní. Algunos interpretaron esta decisión como un signo de que el verdadero objetivo del gobierno ecuatoriano es extraer el petróleo de la zona pudiendo responsabilizar a la comunidad internacional de no haber apoyado el proyecto. […]

Muchos grupos ambientalistas sienten reticencia por la proximidad de la nueva directiva de la iniciativa Yasuní ITT con el gobierno. Hay una sensación generalizada de que los planes de explotación ya están diseñados, y que a medio plazo el plan B será inevitable. Ivonne Baki lo niega rotundamente: “¿Por qué pediríamos entonces la cantidad simbólica de 100 millones de dólares de aquí a final de año? Si Correa quisiera que la iniciativa fracasara hubiera exigido una cifra mucho más alta y difícil de alcanzar”.

Al llegar a Pompeya se distinguen unos puestos de mercado vacíos. Es donde cada sábado se celebra el mercado de animales silvestres. Pecarís, guantas pero también monos lanudos, monos araña, tortugas, reptiles, aves y todo tipo de especies protegidas son cazadas por los indígenas Huaoranis y vendidos a particulares y restaurantes que deseen ofrecer platos exóticos a sus descuidados comensales. Es una actividad prohibida y de sobra conocida por las autoridades locales, pero que se continúa realizando sin oposición debido al profundo dilema ético que encarna: con qué argumentos morales se puede permitir que las petroleras perforen la selva, contaminen hábitats con sus escapes, construyan carreteras para mover sus maquinarias, y prohibir a los Huaorani utilizar dichas carreteras para explotar también unas tierras que siempre han sido suyas.

Las carreteras son el gran problema de la selva. Fragmentan espacios, reducen ecosistemas, y facilitan la colonización de humanos. Los Huaoranis han cazado animales desde siempre, pero de una manera sostenible para su propia alimentación. Ahora tienen la opción de desplegarse y cazar en exceso para vender por pocos dólares unos animales cuyo valor natural y económico a medio plazo es infinitamente mayor del que ellos pueden imaginar. […]

Para proteger Yasuní en 2007 se propuso la iniciativa Yasuní ITT (por los cuadrantes de exploración petrolera Ishpingo, Tiputini y Tambococha). El planteamiento es muy directo: Ecuador no es un país rico y su población tiene necesidades fundamentales que podrían verse aliviadas con los más de 7.200 millones de dólares que el gobierno obtendría si explotara el parque. Ecuador asume su compromiso en preservar la riqueza natural de la zona. Pero si la biodiversidad es un bien universal, entonces todo el mundo debe ser partícipe de este esfuerzo. Para no explotar el petróleo de Yasuní Ecuador solicita una donación de la comunidad internacional de 3.600 millones de dólares en el plazo de 13 años. De esta manera el petróleo quedará bajo tierra y se salvará la biodiversidad de Yasuní. Cuando la iniciativa fue presentada en 2007, resultó tan novedosa que algunos la calificaron de pionera y otros la observaron con recelo. Tras una buena acogida y promesas de algunos gobiernos como Alemania o España, el plan empezó a tambalearse. Hubo críticas internas que desencadenaron un cambio de junta directiva. Países como Alemania retiraron su apoyo argumentando que el gobierno de Rafael Correa no explicaba en qué se gastaría el dinero ni ofrecía garantías de que el petróleo no sería explotado más adelante en caso de cambios políticos. El presidente Correa esgrimía un tono amenazante que alejaba a los negociadores internacionales. Y se llegó al ultimátum: si a finales de 2011 la Iniciativa Yasuní ITT no había recolectado la cifra de 100 millones de dólares, se daría paso al plan B: la concesión de permisos para explotar Yasuní. […]

En estos momentos la cantidad recolectada se acerca a los 80 millones de dólares, y todo parece indicar que este primer peldaño se va a superar. No será el fin de la historia. El futuro del Yasuní continuará incierto durante tiempo, pendiente de donaciones tanto privadas como de gobiernos y organismos multilaterales. Pero también en última instancia en manos del gobierno del presidente Correa. Ecuador es un país pequeño pero de una riqueza natural abrumadora. Con espacios tan diversos como los glaciares andinos, la selva amazónica y las islas galápagos, Ecuador dispone de un patrimonio que a medio plazo debería ser incluso económicamente más rentable que todo el petróleo extraído del Yasuní. Si dependiera de la voluntad de la mayoría del pueblo ecuatoriano, sin duda el petróleo se quedaría bajo tierra.

Pere Estupinyá, El País, 21/11/2013